sábado, 31 de octubre de 2009

"El verdadero escritor no puede escribir más que el diario de la obra que no escribe" (Maurice Blanchot). No escribirá nunca o no ha escrito. Lo que Michel Foucault nombrará, más tarde, trabajo de los hypomnemata: "recopilación de cosas leídas y oídas y soporte de los ejercicios de pensamiento (...) por la apropiación, la unificación y la subjetivación de un ya-dicho fragmentario y elegido". Lo que Gilles Deleuze nombrará, referida a sí misma, una escritura de la singularidad interpersonal: "Escribir no es contar los recuerdos, los viajes, los amores y los lutos, los sueños y las fantasías. (...) La literatura sigue el camino inverso, y sólo se plantea descubriendo bajo las personas aparentes la potencia de un impersonal que no es en absoluto una generalidad, sino una singularidad en el más alto grado". La literatura no empiea más que cuando nace en nosotros una tercera persona que nos despoja del poder y de la obsesión de decir Yo.

2 comentarios:

  1. La literatura es la escritura de aquel que ha sabido asaltar el habla del YO, el que ha descubierto que detrás de YO hay estructuras admitidas que uno no acepta. El que habla de yo es la avestruz cuando mete la cabeza debajo de la tierra. Desprenderse del yo es una apuesta por mirar.

    No es casualidad que un motor para escribir sea el enamoramiento, ahí donde se desvanece el yo surge la literatura: Dice L. Durrell: “Con una mujer sólo se puede hacer tres cosas: amarla, odiarla o hacer literatura”

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  2. Por no cargar contra el YO, quizás fuera oportuno matizar: la subjetividad que se construye en torno a esta figura no es siempre la más interesante para hacer literatura. No significa que el yo suponga meter la cabeza bajo tierra, sino quizás, las excesivas limitaciones que acarrea cuando es reconstruido en la literatura.

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